Desde el año pasado hay un tema que aparece y desaparece de mi cabeza sin dejar de dar vueltas a su antojo, son los olores y los aromas que sorprenden y cautivan, que me tienen fascinado.
Trabajando con flores y plantas cada día tengo ocasión de descubrir flores con formas y colores increíbles. Es difícil escoger una como favorita que destaque en belleza y muchas veces, un delicado aroma, un intenso perfume o quizá un recuerdo del pasado hacen que la elección sea clara.
Muchas de mis novias al volvernos a encontrar me han comentado que recuerdan ir en el coche camino de la iglesia y sorprenderse con el delicado olor de las fresias de su ramo del mismo modo que hay personas que han acudido y acuden a mí para plantar jazmín en su jardín buscando el recuerdo de una noche andaluza o unas vacaciones pasadas.
La lista de especies sería casi interminable y la de adjetivos para definir su aroma demasiado corta: Alhelí, lavanda, lila, gardenia, magnolia, jazmín, violeta, mimosa, rosa, narciso, azucenas, flor de azahar, árbol del paraíso, acacia… plantas de interior o de exterior, árboles, arbustos, flor cortada….
No solo las flores evocan nuestros recuerdos: olor a hierba recién cortada, a heno, a tierra mojado tras una tormenta de verano, a campos recién cosechados, a pan recién hecho, a galletas y rosquillas, a bizcocho, a tarta de cumpleaños,… Cada olor un recuerdo, un instante, un sentimiento, muchas emociones que nos recorren por dentro.
En un mundo aséptico y fácil, de rosas sin olor y sin espinas, yo apuesto por flores con sentimiento, con un aroma que me transporte al pasado y me haga soñar con futuro, ¿Vosotros?
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